El sexo de los peces está cambiando


El SPC, que es como han llamado al nuevo contaminante los expertos que lo están estudiando, ha sido encontrado por primera vez en las costas españolas, en concreto en la bahía de Cádiz. En el número de diciembre de la revista Enrivonmental Science and Technology, una de las más prestigiosas del sector, apareció un artículo en el que se daba cuenta del hallazgo de los SPC, firmado, entre otros, por Damià Barceló, del departamento de Química Ambiental del Centro de Investigación y Desarrollo (CSIC), Eduardo González-Mazo, de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Cádiz y Abelardo Gómez Parra, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (CSIC). En el artículo, los autores manifiestan la existencia de este compuesto en concentraciones muy superiores a las de los detergentes de uso corriente, doméstico e industrial, a varios kilómetros de la costa. Esto es un indicio bastante importante para investigar si estos niveles influyen en las transformaciones sexuales que están experimentando los peces. Para Barceló, coordinador del proyecto europeo Waste Water Cluster, que se propone crear métodos de análisis fiables para detectar productos contaminantes y sus derivados, hay razones de peso para considerar la existencia de una relación de causalidad entre la presencia del contaminante y las alteraciones que presentan los peces. En los últimos dos años se ha comprobado cómo algunos compuestos, incluso en concentraciones bajas son capaces de interferir en el ciclo hormonal de algunas especies de peces, provocando, en muchos casos, una progresiva feminización de los machos. En esas condiciones, pierden su capacidad reproductiva, con lo que la población de peces se reduce drásticamente en unas pocas generaciones. Este tipo de compuestos, llamados genéricamente estrogénicos por su capacidad de interferir en el ciclo sexual, son derivados de contaminantes orgánicos vertidos a las aguas por la industria petroquímica, de transformación de la madera o de la producción de detergentes, entre otras. Las principales zonas donde se ha detectado el problema son las costas portuguesa, alemana y holandesa, además de la española. Recientemente, un estudio patrocinado por el Instituto Gubernamental de Medio Ambiente del Reino Unido observó que el 60% de los machos del escarcho, una especie de peces muy frecuente en los ríos de ese país, presentaba alteraciones hormonales intensas, hasta el punto de observarse un cambio de sexo. Algunos de los peces habían sustituido incluso el tejido ovárico por testículos. Las autoridades británicas han ordenado un estudio de los contaminantes de las zonas más afectadas. El hallazgo del SPC se inscribe en el marco del proyecto europeo Waste Water Cluster, coordinado por Barceló, cuyos objetivos son desarrollar métodos de análisis fiables y asequibles para la determinación de productos contaminantes y sus derivados. En opinión de Barceló, se desconoce la mayoría de los contaminantes que se vierten al medio, especialmente los de tipo orgánico. «En la actualidad», afirma, «conocemos sólo entre el 10% y el 20% de los contaminantes». De ellos, recalca, apenas se conocen sus efectos sobre el medio, y mucho menos los de sus derivados. «La interacción con las aguas o el efecto de la luz favorecen la biodegracación de los contaminantes, dando lugar a subproductos igualmente perniciosos», dice. Algunos de estos productos provocan alteraciones hormonales que sólo se ponen de manifiesto a largo plazo. Es el caso de algunos fenoles, del nonilfenol o de los ftalatos. Todos ellos, además de causar alteraciones en el sistema endocrino de los peces y encontrarse en concentraciones aparentemente inocuas, tienen algo en común: una larga permanencia en el medio ambiente y ser derivados de productos supuestamente controlados pero cuyos subproductos, se lamenta el experto, no se suelen considerar. En opinión de Barceló, el futuro desarrollo de métodos de análisis de aguas a las que se vierten efluentes industriales permitirá detectar un elevado número de contaminantes desconocidos hasta la fecha. El problema que existe en la actualidad, según este investigador, es que las industrias vierten productos al medio desconociendo, en la mayoría de los casos, tanto su composición como su proceso de degradación. Como consecuencia, se ignoran también sus efectos. Barceló ilustra esta ignorancia con el caso del estaño, utilizado tradicionalmente en la pintura de barcos como herbicida para combatir las algas, y que fue sustituido hace unos años por otros productos. De uno de ellos, el Irgarol, Barceló ha verificados trazas de su presencia en aguas de El Masnou (Barcelona)



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